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martes, 24 de junio de 2014

LA NOCHE MÁGICA DE SAN JUAN

"Triste y solitaria, cabellos torciendo,
De San Juan al alba, llorando y muriendo..."

Noche de San Juan, quizá la noche más mágica del año. Una noche cargada de leyendas y tradiciones que con frecuencia va unida al solsticio de verano. Noche de hogueras, de fuego purificador y renovador. En casi todo el mundo se celebran rituales para no dejar escapar la magia de una noche tan especial, casi todos unidos al fuego. 
Una de las leyendas de esta noche en Salamanca, es la que va unida a Zoraya. Ya la contamos el pasado año, podéis verla pinchando aquí.
Hoy vamos a contar la hitoria de alguien que no creía en la leyenda hasta que...

1777. Noche de San Juan. Juan Iñigo, llamado por sus amigos Juan sin miedo, porque a nada temía. Está cenando con sus amigos, quienes le cuentan la leyenda de la mora Zoraya, que cada noche de San Juan aparece en la puerta de Villamayor hilando en una rueca un refulgente copo de oro. Son muchos los que aseguran haberla visto, pero él no cree en esas historias y se burla...
Después de la cena, antes de volver a casa quiso pasear un rato para despejarse del vino y la comida. Al llegar a la puerta de Villamayor se acordó de la leyenda y entró. Vió la luz de la luna entrar por una ventana y pensó que ese resplandor era lo que veían aquellos que creían la leyenda y se rió.
Pero entonces, apareció una joven bellísima junto a la ventana de la torre con una rueca de nácar, sujeto a ella con dos anillas de piedras preciosas había un copo de oro. Y la joven retorcía las hebras de oro sin parar.
Pensó que su imaginación y el vino que había bebido en exceso, le estaban jugando una mala pasada, se acercó para intentar tocarla y comprobar si era real. De pronto, un nuevo resplandor le cegó cayendo a ciegas, extendió la mano hasta tocar el copo de oro, entonces un frío intenso heló sus huesos, dio un grito y salió corriendo rodando escaleras abajo del torreón.
Al amanecer lo encontraron medio muerto, le llevaron a su palacio donde se debatió durante días entre la vida y la muerte, repitiendo siempre: “la vi, la vi, yo también la vi…”

Puerta de Villamayor. Dibujo de Vargas Aguirre

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